Fue una ardilla la que hace 30 mil años (en el Pleistoceno) enterró un fruto en el hielo siberiano, a 38 metros de profundidad. Ahora, investigadores rusos del Instituto de Problemas Biológicos en Moscú, han revivido la planta a partir de tejidos del fruto.
El permafrost (una capa de hielo de varios cientos de metros de profundidad), alberga restos de una gran cantidad de microorganismos viables. De este modo pueden “resucitarse” plantas que hasta ahora estaban extinguidas.
It took days of toil to free this magnificent woolly mammoth tusk from the iron hard Siberian permafrost. Photo by Evgenia Arbugáeva @NatGeo pic.twitter.com/Rm1b0RFXQ6
— The Ice Age (@Jamie_Woodward_) 2 de diciembre de 2017
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