Jerusalén, una de las ciudades más antiguas del mundo y de las más castigadas por la historia. Cuna de las tres religiones monoteístas. En ella está documentada la muerte y resurrección de Jesucristo.
La Iglesia del Santo Sepulcro cuenta con los dos lugares más importantes para el cristianismo: el monte Gólgota, donde murió Jesús, y el Santo Sepulcro, que prestó José de Arimatea para sepultar su cuerpo. Estos dos lugares atraen desde el siglo IV a peregrinos llegados de todo el mundo, que se sorprenden al descubrir que, los dos lugares, caben dentro de una sola iglesia.
Parece que la pequeña comunidad cristiana de Jerusalén ya celebraba ceremonias litúrgicas sobre la tumba de Jesús desde su muerte hasta la llegada de Adriano, en el año 66, quien decidió levantar en el lugar un templo a Afrodita. Las cosas cambiaron con la conversión al cristianismo del emperador Constantino en el año 312. Su madre, Elena, viajó a los Santos Lugares y decidió levantar iglesias en cada uno de ellos. Así surgieron los cuatro primeros templos de la cristiandad: la Iglesia de la Ascensión, en el Monte de los Olivos; la Natividad, en Belén; otro, ya desaparecido, en Hebrón y, el más importante de todos, la Iglesia del Santo Sepulcro, sobre las ruinas del sepulcro de Jesús.
De la iglesia que construyó Elena en el siglo IV poco queda. Los cruzados le dieron la vuelta y la reorientaron como mandaban los cánones eclesiales de la época. Las distintas escisiones de la Iglesia: coptos, ortodoxos griegos, armenios, protestantes… tienen su capilla y su parcela en el templo.
@angelqtravel ha sabido inmortalizar la devoción, fe y religiosidad humana del Santo Sepulcro #Jerusalén #NorwegianaIsrael pic.twitter.com/9yzbQwq6DO
— Viajardigital (@viajardigital) 20 de octubre de 2017
El Gólgota, o Calvario, era un promontorio rocoso extramuros de la ciudad, en cuyas grietas solían encajarse las cruces de los condenados a muerte. El lugar era también un cementerio “de lujo”, en el que los más pudientes poseían cuevas naturales o labradas a mano, a modo de panteones familiares. Cada sepulcro consistía en un pasillo estrecho, a cuyos lados se excavaban nichos donde se depositaban los cuerpos. José de Arimatea, un seguidor secreto de Jesús, ofreció el suyo para acoger el cuerpo del maestro.
A una altura en el templo, es donde se encontraba en su origen el Gólgota, a la altura del coro. Unos cristales dejan ver la roca, con sus grietas, donde supuestamente crucificaron a Jesús. Abajo, en la nave central de la basílica, el lugar donde se dice que fue depositado el cuerpo.
La controversia siempre ha existido, pero lo cierto es que la prestigiosa Oxford Archaeological Guide to the Holy Land da su visto bueno a la tradición y, tras estudios arqueológicos, piensa que es perfectamente factible que el lugar de la muerte (Gólgota) estuviera tan cerca del lugar del enterramiento. Por otro lado el arqueólogo judío Dan Behat sostiene que «no hay seguridad absoluta de que la Iglesia del Santo Sepulcro se encuentre sobre el lugar donde murió y fue enterrado Jesús, pero no se sabe de otro sitio más plausible».
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