El poblado de Peñalosa data de la Edad del Bronce, hace unos 4 milenios. Situado en el municipio jiennense de Baños de la Encina (Sierra Morena), es un exponente de la cultura del Argar y nos ayuda a comprender la relevancia de la explotación minera (malaquita y azurita) en esta zona desde el año 1.800 hasta el 1.400 a.C. aproximadamente.
Ahora, las últimas excavaciones demuestran que la población de esta aldea se dedicaba también a la actividad textil. Se ha encontrado en el suelo de una de las casas las improntas del barro que sujetaba los maderos de un telar vertical apoyado en la pared, así como más de 30 pesas de arcilla para tensar los hilos del telar, punzones y agujas de hueso relacionados con la confección de tejidos.
Ha aparecido también una sepultura muy interesante con la figura de un niño acompañada de un curioso ajuar con un pequeño vasito y un pequeño puñal.
En esta campaña, además, se han llevado a cabo trabajos de consolidación en la fortificación del yacimiento y en algunas viviendas de la acrópolis de Peñalosa. De igual modo, se están realizando trabajos de conservación de las estructuras y de los muros de las viviendas, protegiendo las estructuras de las próximas lluvias con geotextil y tierra y apuntalando los muros que corren peligro de desplome. Todo ello, con la idea de acondicionar el yacimiento para ponerlo en valor.
El yacimiento de Peñalosa, Un rincón de la provincia de Jaén que recomendamos visitar. Descúbrelo en https://t.co/CoGm7RjAZ0 pic.twitter.com/5XJxCeUaGR
— Revista Estoy Jaén (@EstoyJaen) 8 de junio de 2017
Peñalosa presenta la estructura típica de los asentamientos de la cultura del Argar: situado sobre un espolón de pizarra que se alza por encima del río, sus casas rectangulares están dispuestas en las laderas del cerro, en terrazas artificiales que se comunican entre sí mediante calles estrechas. En la parte inferior, una gran cisterna que recoge el agua de la lluvia.
El poblado está defendido naturalmente por una serie de cortados en su zona oeste, mientras que por el este está cerrado por una muralla, reforzada con bastiones, sobre la que se adosan las viviendas. La zona superior, donde se han detectado los enterramientos más ricos, está especialmente fortificada.
Hasta el año 2010 se habían documentado unos 25 enterramientos en las zonas domésticas que muestran una clara jerarquización social a partir de los ajuares funerarios, como también queda reflejado en los estudios antropológicos, en los alimentos consumidos, en los restos de cultura material que aparecen en los contextos domésticos y en el tamaño de las casas.
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