El gobierno turco ha dado un giro más agresivo en su campaña por la devolución del patrimonio que considera «robado». Ha bloqueado los préstamos a los principales museos británicos y norteamericanos.
El Museo Británico posee un piedra tallada del siglo I a.C. en la que se representa al rey seléucida Antioquio I Epífanes saludando al héroe mitológico griego Heracles (Hércules). La pieza, hallada en 1882 en el sureste de Anatolia, fue supuestamente comprada por el arqueólogo francés Leonard Woolley a las autoridades otomanas y, tras la I Guerra Mundial, fue adquirida por el Museo Británico. El Gobierno turco la reclama desde 2005.
En el Victoria and Albert Museum, se expone una cabeza de mármol que el arqueólogo británico Charles Wilson desgajó del sarcófago de Sidamara, una de las piezas más bellas del Museo de Arqueología de Estambul.
En Francia se encuentran los Azulejos de Iznik (Nicea), una cerámica otomana que Ankara quiere de vuelta a casa.
El tráfico de antigüedades es una de las lacras a las que se enfrenta Turquía. Su suelo, por el que han pasado decenas de civilizaciones, posee más ruinas griegas que la propia Grecia.
Turquía lleva varias décadas peleando por recuperar su patrimonio diseminado por el mundo. Solo en 2011 volvieron al país 2.000 piezas. El último éxito de la campaña fue la devolución del torso de Hércules cansado, que se encontraba en el Museo de Bellas Artes de Boston. También en 2011 Turquía recuperó una esfinge hitita del Museo de Pérgamo de Berlín tras amenazar con revocar los permisos de excavación para los arqueólogos alemanes en el país.
T. E. Lawrence ve İngiliz arkeolog Leonard Woolley, 1911, Karkamış, Gaziantep. pic.twitter.com/mjhp6NOyb8
— Turin_Turambar (@barahir_45) 5 de diciembre de 2017
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