El camino más corto hacia París, pasa por Bélgica.
Primera Guerra Mundial. En la caja fuerte de Herr Von Below-Saleske, Ministro-Embajador alemán en Bruselas, descansaba un sobre sellado que se le había entregado por correo especial urgente desde Berlín el 29 de Julio. Con una orden de no ser abierto hasta recibir instrucciones desde la capital alemana.
En aquellos momentos la historia se precipitaba: el Imperio Austro-Húngaro había declarado la guerra a Serbia, y era cuestión de tiempo que las políticas de alianzas empezaran a añadir naciones a la contienda.
Por ese lado Bélgica no tenía que temer; durante su corta existencia (solo contaba con 75 años de independencia) había mantenido su estatus de país neutral, y así es como quería permanecer el Rey Alberto.
Pero encontrándose entre las dos grandes potencias enfrentadas, su neutralidad jugaba un papel decisivo. Cuando se convenció de que alguno de los países (Francia o Alemania) que aparentemente garantizaban su independencia, violaría su neutralidad; el 31 de julio, el Rey Alberto junto al primer ministro y el jefe del estado mayor, ordenaron la movilización del ejército belga.
¡SORPRENDENTE!, el káiser Guillermo II de Alemania fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1911 https://t.co/eEstVbNsQm pic.twitter.com/NHJAHNmuqs
— Augusto Beléndez (@aubeva) 3 de julio de 2017
El primer día de agosto, la preocupación de Alberto le llevó a escribir una misiva al Kaiser alemán Guillermo. Formalmente mantenían buenas relaciónes: en 1910, durante una visita del Kaiser a Bruselas, este le había dado al Rey belga garantías suficientes de que en caso de una hipotética guerra no violaría su neutralidad; aunque después, en 1913, cuando el Rey Alberto le devolvió la visita en Berlín, el Kaiser, que ya tenía planes para invadir Francia, le presentó al General Von Kluck, el designado para mandar las tropas hasta París, a través de Bélgica.
La carta fue en balde; ya que el 2 de agosto el embajador Von Below recibió las instrucciones acerca del sobre recibido el 29 de julio. Debía de entregar el sobre en el Ministerio de Asuntos Exteriores, dando la impresión de que se lo habían entregado ese mismo día.
El ultimátum había sido escrito por el general Moltke el 26 de julio: 2 días antes de que Austria declarara la guerra a Serbia y el mismo día en que Alemania había rechazado la proposición de sir Edward Grey; Ministro de Asuntos Exteriores británico, para celebrar una conferencia entre las 5 potencias.
La carta no dejaba lugar a dudas: Alemania esperaba que en las próximas 12 horas el Gobierno Belga autorizase al ejército germano el paso por su país. Teniendo que comunicar la respuesta a Berlín y Aquisgrán, la ciudad alemana más cercana a Lieja, donde se encontraba el general Von Emmich.
De este modo quedó patente que los alemanes planeaban la invasión de Bélgica desde hacía mucho tiempo.
Fuente: “Los Cañones de Agosto”, Barbara W. Tuchman. 1962.
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